Muchuak?

Tuesday, December 19, 2006

Romina

Cuando Romina llegó K. ya había planeado su estrategia. Basta señalar que si inicialmente se había sentado mirando hacia la puerta, cambió de lugar para que, al darle la espalda a la puerta, Romina se viera obligada a buscarlo. Era una chica atractiva, y me voy a limitar a señalar solo esto, porque es lo único que me interesa que tengan en mente respecto a ella (para descripciones minuciosas siglo XIX)
-Estas divina
-Lo decís porque querés algo- interrumpió sonriendo, pero no sin dejar en claro su desconfianza.
-Todos queremos algo; yo ese anillo que encontraste, y vos acabas de dejar en claro que querés algo a cambio.
-Sobre todo quiero saber porque tanta alharaca con este anillo, porque primero tenés que probarme que te lo tengo que dar...
Gestos. Frases. Sonrisas. Las palabras que son como soldados a las órdenes del general K., todo un Napoleón del siglo XXI, seguro de que no existe su invierno ruso. Se toma su tiempo y entre dos cafés le cuenta una historia bonita de porque el anillo, porque ahora y algo verosímil, porque la verdad nunca sirve.
-Igual... todavía no entiendo por qué es que querés tanto este anillo.
-Es que lo esencial es invisible a los ojos.
Pausa. Seguramente van a saltar unos cuantos fanáticos del Principito a decir que esa es una hermosa frase, de una hermosa obra de la literatura, y que no esta bien incluirla en una novela-catalogo de lugares comunes. Pero déjenme decirles una cosa: lamentablemente incluso las cosas bellísimas pueden terminar siendo un lugar común (además de señalar que gracias a eso es que el arte avanza o se mueve cambia o muta, o como quieran señalarlo) Que se le va a hacer che, c’est la vie.
Y déjenme decirles, queridos lectores, esto K. lo tiene bien sabido. Y además tiene una forma de hablar tan kitsch, tan efectiva con una chica tan romántica como Romina, que apesta (a todo esto a lo que apesta).
Play.
-Ay, yo debo ser una tonta, pero me encanta ese libro.
-¿Qué libro?- soltó K. siempre manejando los tiempos de la conversación.
-Dale no te hagas, me encantó El Principito a mi.
-Si, lo leí- le sonreía K., sabiendo que las cosas ya estaban mas que encarriladas.-Romina hagamos así: el viernes te llamo a tu celular para ir al cine y charlar del Principito con mas tiempo y mas tranquilos, y de paso me traés mi anillo.
Transacciones de teléfonos, un café mas, algunos piropos, sonrisas, chau nos vemos el viernes, te llamo a las seis.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home