La búsqueda del anillo
Incluso cuando K. le tenía un gran cariño a los lugares comunes, puesto que eran su mas preciada arma, habían algunos que incluso a él lo superaban. Uno de estos era “empezá a buscar en el último lugar que te acordás que estaba”. Si me acordara lo habría encontrado. No acordarse donde pusiste algo no es haber perdido algo, es ser estúpido y tener mala memoria. En esta línea se desarrollan los pensamientos de K. con respecto a este tema.
La perdida viene acompañada de una anécdota que se resumiría en unas pocas acciones. Uno va caminando felizmente, con su anillo puesto en la mano. Es que en el balanceo rítmico de los brazos el anillo se engancha en una arandela, en un ganchito, si si se engancha en un ganchito. Entonces uno con su movimiento hacia delante se corta un dedo. Para sacar el dedo se tiene que sacar el anillo. Esto duele, duele, duele, duele, duele muchísimo. Uno mira el anillo ya extraído, y lo lanza con bronca, hasta que lo ve irse, se da cuenta que lo quería mas que nada, y que ahora mas que el dedo sangrando le importa el anillo que cae en el corazón de la manzana, y ahora querido anda a fijarte en que casa tenés que ir a tocar timbre y con que excusa. “Hola si, soy un tarado que acaba de tirar un anillo por los aires ¿Me podría fijar en su jardín si está?”
K sabe que este no es un procedimiento posible. Digamos, es posible, pero es penoso. A K. lo que le pasó fue que estaba colgando la ropa en la terraza y el ganchito el anillo, agacharse para agarrar la ropa y ay que me duele anillo de mierda y uy mande el anillo que tanto quería al jardín de algún vecino y andá a encontrarlo.
Pero por mas penoso que pueda ser el ir casa por casa buscando el anillo, es la conquista del mundo de la que estamos hablando. Sin anillo no hay confianza súper maléfica de malvado cerebro, de archí villano, de administrador de empresas (incluso cuando las clases de la carrera igual alcanzan para ser bastante maligno, pero falta el anillo che, el anillo).
Después de meditarlo un poco, K. se dio cuenta de que esta era una magnifica oportunidad para ir ejecutando su plan en el barrio. Además -K. se dijo- la mayoría son edificios, nada mejor que hablar con los porteros para diseminar las palabras.Voy saltearme las charlas en las propiedades donde no se encontraba el anillo, porque todas se parecen a la anécdota que ocurrió en el edificio en el que si se encontraba, y en todo caso también les puedo decir que no me da la gana contarles, etc, etc.
La perdida viene acompañada de una anécdota que se resumiría en unas pocas acciones. Uno va caminando felizmente, con su anillo puesto en la mano. Es que en el balanceo rítmico de los brazos el anillo se engancha en una arandela, en un ganchito, si si se engancha en un ganchito. Entonces uno con su movimiento hacia delante se corta un dedo. Para sacar el dedo se tiene que sacar el anillo. Esto duele, duele, duele, duele, duele muchísimo. Uno mira el anillo ya extraído, y lo lanza con bronca, hasta que lo ve irse, se da cuenta que lo quería mas que nada, y que ahora mas que el dedo sangrando le importa el anillo que cae en el corazón de la manzana, y ahora querido anda a fijarte en que casa tenés que ir a tocar timbre y con que excusa. “Hola si, soy un tarado que acaba de tirar un anillo por los aires ¿Me podría fijar en su jardín si está?”
K sabe que este no es un procedimiento posible. Digamos, es posible, pero es penoso. A K. lo que le pasó fue que estaba colgando la ropa en la terraza y el ganchito el anillo, agacharse para agarrar la ropa y ay que me duele anillo de mierda y uy mande el anillo que tanto quería al jardín de algún vecino y andá a encontrarlo.
Pero por mas penoso que pueda ser el ir casa por casa buscando el anillo, es la conquista del mundo de la que estamos hablando. Sin anillo no hay confianza súper maléfica de malvado cerebro, de archí villano, de administrador de empresas (incluso cuando las clases de la carrera igual alcanzan para ser bastante maligno, pero falta el anillo che, el anillo).
Después de meditarlo un poco, K. se dio cuenta de que esta era una magnifica oportunidad para ir ejecutando su plan en el barrio. Además -K. se dijo- la mayoría son edificios, nada mejor que hablar con los porteros para diseminar las palabras.Voy saltearme las charlas en las propiedades donde no se encontraba el anillo, porque todas se parecen a la anécdota que ocurrió en el edificio en el que si se encontraba, y en todo caso también les puedo decir que no me da la gana contarles, etc, etc.
Entró K. al edificio, y pidió por el portero, quién terminó siendo un tal Roland Sánchez. Entablaron una tranquila charla de cómo la gente anda con sus perros, y que la mierda, que nadie se fija quien es el que limpia la vereda todos los días. K. lograba con sus prolijísimos lugares comunes acribillar la mente de este pobre e indefenso portero: si, que macana; la verdad que habría que multarlos; la gente es así; hay que poner mano dura; así estamos.
-Roland ¿Usted por casualidad no vió un anillo en el jardín del edificio?
-¿Un anillo dice? Hmmm no que yo me acuerde no. Hace poco pregunta ¿no?
-Bueno, no en realidad le pregunto, digamos, de hace 5 meses atrás.
-Ahhhhhhhh, mire, una señorita muy guapa que vive en este edificio, una tal Romina, encontró un anillo y me lo dio. Lo guarde acá por si alguien lo reclamaba, pero como no vino nadie, se lo di para que se lo quede. - ¿Y a usted le molestaría decirme en que departamento vive Romina?
-Roland ¿Usted por casualidad no vió un anillo en el jardín del edificio?
-¿Un anillo dice? Hmmm no que yo me acuerde no. Hace poco pregunta ¿no?
-Bueno, no en realidad le pregunto, digamos, de hace 5 meses atrás.
-Ahhhhhhhh, mire, una señorita muy guapa que vive en este edificio, una tal Romina, encontró un anillo y me lo dio. Lo guarde acá por si alguien lo reclamaba, pero como no vino nadie, se lo di para que se lo quede. - ¿Y a usted le molestaría decirme en que departamento vive Romina?
Roland le dio el departamento de Romina y algunos otros particulares que un portero amigo siempre esta listo a facilitar cuando el tipo es simpático y parece que a Romina le hace falta un novio porque siempre saluda malhumorada y con cara de mala noche.
Riiiiiiiing.
-Hola ¿Romina?
-Si ¿Quién habla?
-Mi nombre es K. vivo en un edificio de la manzana. Estoy buscando un anillo que accidentalmente cayó en el jardín. Roland, el portero, me dijo que vos encontraste uno.
-Hmmmm, si. Mirá, no suelo abrirle la puerta a extraños, así que si no te molesta prefiero ir al bar de la esquina y tomamos un café y vemos si era tu anillo.
-Si, si, me parece mas que lógico que no le abras la puerta a cualquiera. Las cosas en el país no están como para darse esos lujos. Mucha inseguridad. Yo me voy para el café, te espero ahí. Muchuak.
Riiiiiiiing.
-Hola ¿Romina?
-Si ¿Quién habla?
-Mi nombre es K. vivo en un edificio de la manzana. Estoy buscando un anillo que accidentalmente cayó en el jardín. Roland, el portero, me dijo que vos encontraste uno.
-Hmmmm, si. Mirá, no suelo abrirle la puerta a extraños, así que si no te molesta prefiero ir al bar de la esquina y tomamos un café y vemos si era tu anillo.
-Si, si, me parece mas que lógico que no le abras la puerta a cualquiera. Las cosas en el país no están como para darse esos lujos. Mucha inseguridad. Yo me voy para el café, te espero ahí. Muchuak.
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